domingo, enero 28, 2007

SELENA : CRONICAS DE AQUEL FATIDICO 31 DE MARZO DE 1995


Abraham Quintanilla trató de recordar a su hija como la vió la última vez, apenas ayer.

Selena Quintanilla-Perez era toda una mujer de 23 años, a punto de convertirse en una superestrella, quien soñaba con criar una familia junto a su esposo/guitarrista tan pronto se estableciera su carrera. Su sonrisa podía iluminar la noche y su figura provocaba miradas dondequiera que iba.

Pero la única imagen que venía a la mente de Abraham era la de una niña de 8 años, nerviosamente parada detrás del micrófono del restaurante de la familia en Lake Jackson.

Aún en ese tiempo, Abraham estaba convencido de que Selena estaba destinada a convertirse en una estrella. El, un músico también, reconocía el gran poder y la precisa entonación de la voz de Selena.

El había puesto todo en su talento. Desde los primeros años de viajar con la banda por lejanas carreteras del sur de Texas en una vieja, descompuesta camioneta con una cama plegable, hasta su presentación ante 60,000 admiradores en el Astrodome, Selena se había convetido en la estrella m´s grande de la música tejana.

Su nombre era familiar en México y en muchas partes de Latinoamérica y estaba a punto de cruzar la línea a la audiencia de música popular de hablainglesa.

Hoy, a causa de trágicos events, los sueños que Abraham había compartido con su esposa, Macela, y sus tres hijos, se derribaron.

Esa mañana, Selena no había ido al estudio de Producciones Q. No era raro que ella llegara tarde. Su perpetua tardanza era parte de su encanto.

Pero este viernes en la mañana, era sorprendente que Selena no hubiera tan siquiera llamado. Tenía una cita a las 10 a.m. con su hermano, A.B., y su hermana, Suzette, para grabar unas líneas de un grabado de demostración de una nueva canción de A.B. Selena también estaba a mediados de la grabación de su primer disco en inglés. El disco se estaba tardando porque su horario era tan agitado.

Dieron las 11 a.m. y todavía no se sabía nada de ella. A.B. llamó a Christopher Perez, el esposo de Selena, quien dijo que ella había salido de la casa a las 9 esa mañana, mientras él todavía estaba en cama. Chris no sabía a dónde había ido, pero creyó que tendría algo que ver con Yolanda Saldívar, la antigua presidente del club de admiradores de Selena.

Abraham y A.B. fueron a almorzar. Regresaron a la oficina justo cuando sonaba el teléfono. La cuñada de Abraham gritó que Selena había tenido un accidente. Su padre corrió a la sala de emergencia del centro médico Memorial.

En el hospital, Abraham supo que no había habido ningún accidente. A Selena le habían disparado en la espalda y estaba considerada muerta al llegar al hospital, dijo un doctor, pero habían logrado revivir su corazón por un momento y le habían dado una transfusión.

Abraham, quien siguiendo el ejemplo de su padre se había convertido en un testigo de Jeová algunos años antes, inmediatamente reaccionó contra la transfusión. "¡No! Ella no quiere eso", gritó.

Sólo en ese momento, se dió cuenta de la finalidad de las palabras del doctor. Selena estaba muerta.